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sábado, 10 de enero de 2015

El azúcar, fructosa en particular, como principal causante de Hipertensión


Las enfermedades cardiovasculares son de las principales causas de muerte alrededor del mundo, y sin duda la hipertensión es el factor de riesgo más importante y sobre la cual se han realizado múltiples campañas para su detección y pronto tratamiento, mismo que ha sido enfocado a la reducción del consumo de sodio debido a una fuerte evidencia científica que respalda dicha estrategia para revertir y controlar esta afección. Sin embargo, a finales del 2014 se publicó un estudio liderado por DiNicolantonio, el cual presenta argumentos y estudios que respaldan la hipótesis de que hemos enfocado los esfuerzos al cristal blanco equivocado (Sal), y que es el azúcar el que tiene más impacto en el desarrollo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares. El autor plantea que el hecho de que parte de las recomendaciones actuales sea disminuir el consumo de alimentos industrializados para normalizar la presión arterial, ha llevado a una mejoría de esta en diversos estudios, pero que esto no es tanto debido al sodio, si no a la disminución en el consumo de azúcar derivado de estos productos.

Existe, aunque poca, evidencia científica de que la disminución en el consumo de sodio trae consigo mayor complicación, para algunos pacientes, que beneficios. Sin embargo, la estructura de estos estudios clínicos ha restado relevancia y significancia de los resultados obtenidos.

Se estima que el mayor consumo de sodio de la población proviene de los productos industrializados, y que a la par del uso de sodio, por la industria alimentaria, ha aumentado el uso de azúcares en los mismos, siendo la fructosa el monosacárido de mayor atención debido al aumento del uso del jarabe de alta fructosa en la elaboración de productos alimenticios.

Como se ha mencionado, las estrategias a nivel mundial para reducir la prevalencia de hipertensión, y para su control, han sido enfocadas a la disminución del consumo de sodio. Esto ha llevado a la industria a disminuir sus concentraciones de sodio en la producción, así como a producir alternativas “bajas en sodio” de algunos de sus principales productos. Sin embargo, al disminuir las concentraciones de sodio no se han disminuido los niveles de azúcares y hay casos en lo que se ha aumentado el uso de los mismos, siendo el jarabe de alta fructosa el azúcar más usado.

Estudios científicos han evidenciado que el consumo de fructosa causa un aumento en la presión arterial debido a diversos mecanismos entre los que se encuentran: la estimulación del sistema nervioso simpático, la hiperinsulinemia, hiperleptinemia, el aumento de moléculas reactivas de oxígeno y nitrógeno, disminución del óxido nítrico, estimulación del sistema renina-angiotensina y el aumento de la retención del sodio. Es por lo anterior que se plantea que el mayor responsable de la elevación de la presión arterial es el azúcar y no el sodio.

Es de importancia recalcar que estos estudios responden al uso de la fructosa en productos industrializados y no a su consumo en forma natural. El consumo de fructosa derivado de una dieta rica en frutas y granos enteros, ha demostrado tener beneficios para la salud, incluso cuando las cantidades consumidas son elevadas.

En un meta-análisis liderado por Te Morenga (2014), se reportó que un alto consumo de azúcar aumenta la presión sistólica (6.9mm Hg) y la diastólica (5.66mm Hg), y que al excluir del meta-análisis los estudios financiados por la industria azucarera los datos de aumento fueron de 7.6/6.1mm Hg, respectivamente. Otro autor (Pérez-Pozo), reporta que una dieta rica en jarabe de alta fructosa, mantenida por un espacio de dos semanas, incrementaba la presión arterial y el pulso cardiaco, además de aumentar los valores de triglicéridos séricos e insulina en ayunas.

Estudios como el de DiNicolantonio y cols., pone sobre la mesa de discusión de la salud pública y de las guías de atención a pacientes con enfermedades cardiovasculares, el papel de la fructosa usada en la industria de alimentos y bebidas. Las recomendaciones de realizar ejercicio, aumentar el consumo de frutas y verduras y mantener un estilo de vida saludable siguen siendo las directrices principales para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, sin embargo se deben vigilar aquellos productos bajos en sodio que la industria maneja, y aplicar las políticas necesarias para disminuir el uso del jarabe de alta fructosa.

Aún es necesario que se realicen más estudios al respecto, pero sin duda el tema exige una revisión más exhaustiva del impacto de los productos industrializados en la salud de la población, con énfasis a los productos ricos en alta fructosa.

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Si deseas acceder al artículo original, te dejamos el siguiente enlace:

http://openheart.bmj.com/content/1/1/e000167.full.pdf+html

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