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sábado, 13 de septiembre de 2014

Cáncer y Nutrición. Dra. Carmen Porrata. Congreso de la FAO. 2011. (1)

Importancia de la dieta en el tratamiento del cáncer. Dra. Carmen Porrata Maury, Doctora en Ciencias, Departamento de Dietoterapia Macrobiótica Ma-Pi, Instituto Finlay, Cuba. Dr. Manuel Hernández Triana, Dr. en Ciencias, Presidente Sociedad Latinoamericana de Nutrición, Patrono Fundación Iberoamericana de Nutrición, Jefe Departamento Bioquímica y Fisiología, Instituto de Nutrición, Cuba. El aumento de las enfermedades no transmisibles (ENT) se ha convertido en una crisis global. Todos los países y todos los grupos de la población se encuentran en riesgo de padecer estas enfermedades. El progreso tecnológico alcanzado se ha convertido en una crisis de nuestra propia creación (cambios climáticos, financieros, inseguridad alimentaria, y un aumento con magnitud epidémica de las ENT). En las ENT destacan las enfermedades cardio y cerebrovasculares, el cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas, que a nivel mundial son responsables del 60% de las causas de muerte. Los principios de la dieta macrobiótica en el tratamiento del cáncer alcanzan cada día mayor vigencia.
Hasta el momento no se dispone de un tratamiento con mayores perspectivas en esta enfermedad que la dieta, mediante la recuperación del equilibrio del organismo, restableciendo los valores normales del pH en la sangre y por consiguiente de la homeostasis. Este equilibrio, entre lo ácido y lo alcalino, es el pilar terapéutico fundamental de la macrobiótica desarrollada por Georges Ohsawa, y aplicada en Cuba a través de la escuela de Mario Pianesi, fundador y presidente de la Asociación Internacional “Un Punto Macrobiótico”, de Italia. La homeostasis es fundamental para mantener los parámetros físicos- químicos en el ambiente interno del cuerpo y poder garantizar todas las funciones orgánicas, y por ende la vida; para esto es imprescindible que los valores del pH de la sangre se encuentren en su intervalo de normalidad (entre 7.35 a 7.45). El químico Nernst, Premio Nobel a inicios del siglo XX, dejó bien establecido que si aumenta la concentración de hidrógeno en la sangre disminuye el potencial reductivo del organismo y por tanto aumenta el estrés oxidativo. Acorde a este postulado de Nernst, prestigiosos investigadores del campo del estrés oxidativo plantean que: • bastan pequeños incrementos en las concentraciones de H+ en la sangre para que cambie drásticamente el potencial redox celular; • estos cambios pueden alterar las señales de transducción de la síntesis del DNA y el RNA, la síntesis proteica, la activación enzimática y la regulación del ciclo de vida celular favoreciendo el desarrollo del cáncer. A continuación de Nerst, el fisiólogo alemán Warburg, también Premio Nobel en 1931, demostró la importancia del equilibrio ácido-alcalino en el organismo para evitar el desarrollo de las células cancerosas. Este científico, para muchos el más destacado del siglo XX, describió, además de los mecanismos de la respiración celular, el metabolismo de la célula cancerosa; a partir de entonces se conoce que estas células: • obtienen la energía a partir de la glucosa en ausencia de oxígeno (vía anaeróbica), al contrario de las células normales que obtienen su energía de forma mucho mas eficiente en presencia de oxígeno (vía aeróbica), • producen ácido láctico que envían al medio celular externo, • y necesitan para crecer de un medio celular externo ácido y de hipoxia. Según Warburg, los residuos ácidos depositados en algunas áreas u órganos provocan la muerte de algunas células cuyos desechos acaban convirtiéndose a su vez en ácidos. Cuando el ácido se acumula en alguna zona del organismo, ésta se vuelve deficiente de oxígeno y algunas células podrían adaptarse a ese ambiente, en lugar de morir, aunque eso suponga la aparición de diversas enfermedades, sobreviven convirtiéndose en células anormales. Con este concepto las células cancerosas son células anormales que no responden a los procesos biológicos naturales, crecen indefinidamente sin orden, e inician un proceso cancerígeno. Por su propia naturaleza física, un sistema alcalino es rico en oxígeno, la sustancia más esencial para la vida humana, así que es poco probable que el cáncer se pueda desarrollar en un ambiente de pH normal o alcalino y, por tanto, en presencia de una cantidad suficiente de oxígeno. De ahí que para Warburg el cáncer, además de innumerables causas secundarias, tenga una causa primaria: el reemplazo de la respiración aeróbica de las células por una respiración celular anaeróbica. Warburg explica que la carencia de oxígeno impide completar adecuadamente el proceso de combustión en la célula, por lo que poco a poco se hace imposible la creación de células sanas, y en esas condiciones al sistema inmune se le hace cada vez más difícil resistir los ataques a que está sometido la vida celular. Obviamente, si permitimos que esa carencia de oxígeno se vuelva crónica, el sistema inmune se va agotando y aparece el cáncer como enfermedad. La teoría de Warburg en su relación con el cáncer cobra vigencia en la actualidad. Muchos expertos relacionan el auge creciente del cáncer con un mayor nivel de acidificación de la sangre, y es que el cambio más dramático que ha tenido la alimentación en los últimos años es precisamente el desequilibrio entre los alimentos precursores de H+ (que acidifican) y los precursores de iones bicarbonato (que neutralizan la acidez), aspecto que pasa inadvertido para la mayoría de los nutricionistas; olvidan que la producción neta de ácidos no carbónicos de las dietas ancestrales era de sólo 10 mEq/día en comparación con la producción actual de 80 a 150 mEq/día. Esta carga de ácidos que impone la vida moderna supera la capacidad de los mecanismos homeostáticos, tampones o amortiguadores del pH, lo cual conduce a un aumento crónico de acidificación de la sangre y a una disminución de la concentración plasmática de bicarbonato, generando un estado denominado por los expertos como “Acidosis metabólica crónica a bajo tenor”, que no tiene traducción en la practica clínica diaria, pero que está implicada en una gran cantidad de procesos bioquímicos con efectos negativos a largo plazo: salida celular de K y Mg, aumento de la degradación proteica tisular, aumento de la oxidación de amino ácidos de cadena ramificada, disminución da la síntesis de albúmina, aumento de la movilización del calcio, disminución de la síntesis activa de la vitamina D, disminución de la utilización de la gluconeogénesis y del lactato, aumento de la excreción de Ca y P, disminución de la excreción de citrato, aumento de Fe y Cu libre, alteración en la hormona del crecimiento y en la expresión del factor IGF-1, entre otros. Estas alteraciones bioquímicas provocadas por un ligero aumento en la acidificación de la sangre aumentan el riesgo de inflamación y de enfermedades crónicas y degenerativas: cardio y cerebrovasculares, diabetes mellitus, osteoporosis, insuficiencia renal, litiasis, y cáncer. El Departamento de Medicina Experimental de la Universidad La Sapienza de Roma, trabajó con el efecto Warburg y el pH, 76 años después de que a éste le fue otorgado el Premio Nobel, y desarrolló un modelo experimental animal de leucemia, al alterar el medio celular mediante acidificación e hipoxia. Este resultado es de gran importancia en el campo de la Oncología, ya que demostró, mediante técnicas modernas que incluyen la metabolómica, la importancia del equilibrio del pH en el ambiente celular para prevenir el desarrollo del cáncer, y más allá para tratarlo. De estas investigaciones se dedujo que: • La regulación del pH intracelular ha demostrado ser un indicador crítico en muchas funciones celulares. • La acidificación es crucial para la proliferación celular, invasión y metástasis, resistencia a drogas y a la apoptosis celular. • Tanto la acidosis como la hipoxia han sido observadas frecuentemente durante el desarrollo de tumores sólidos. Si se analizan, a la luz de los conocimientos actuales, los biomarcadores del metabolismo de las células cancerosas que se proponen se puede observar que todos son mediados por un proceso de acidificación: 1. Autosuficiencia en las señales de crecimiento: inhibición del PKM2; sobreactivación del PI3K y del HIF-1α que incrementan la entrada de glucosa y aminoácidos a las células; defecto en la fosforilación oxidativa (OXPHOS) que induce la resistencia a la apoptosis; aumento de ROS; hiperpolarización de la membrana mitocondrial (aumento tónico inhibitorio por K+). 2. Potencial de membrana ilimitado: Efecto Warburg; pérdida de la proteína p53 en hipoxia. 3. Angiogénesis: aumento de la expresión del factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF); acidificación intracelular. 4. Invasión y metástasis: HIF-1α causa pérdida de la E-cadherina; generación de ROS; acidificación del medio extracelular y extrusión de H+. 5. Resistencia a la apoptosis: acidificación extracelular; extrususión de H+. 6. Evasión del sistema inmunológico: inhibición de la actividad de células Naturales Killer por acidificación; efectos inmunosupresores del lactato; sobreexpresión de la indoleamina 2,3-dioxygenasa (IDO). De acuerdo a estos biomarcadores se han definido las potencialidades terapéuticas en el cáncer: • Restablecer la fosforilación oxidativa (estimular la apoptosis, evitar la inmunosupresión, invasión y metástasis) • Inhibir el factor HIF (para inhibir la angiogénesis) • Restablecer la función de P53 (para restablecer la apoptosis) • Suprimir la vía PI•K/Akt/mTOR (para inhibir el crecimiento) • Mantener condiciones de baja tensión de glucosa e inhibidores de la glucolisis (para inducir la apoptosis). La dietoterapia macrobiótica satisface todas estas potencialidades terapéuticas, ya que busca el restablecimiento del equilibrio (de los valores normales del pH en la sangre), al brindar una gran cantidad de bases al organismo y al eliminar de la dieta aquello que más residuos metabólicos ácidos aporta. Está claro que la radioterapia o el tratamiento con citostáticos en el cáncer pueden jugar un fuerte papel en lograr la apoptosis de las células cancerosas, ya que ellas tienen un sistema respiratorio mucho más frágil que las células normales, pero es obvio también, que estos métodos sólo tienen un efecto inmediato, si no se equilibra el organismo el cáncer se vuelva a desarrollar, y más aún, mediante estos procederes terapéuticos, se pueden crear condiciones adversas en la respiración de las células normales, las cuales en el tiempo, para poder sobrevivir, deben pasar a obtener su energía por la vía anaeróbica, propiciando nuevamente el desarrollo de otras células cancerígenas. Entonces, parece lógico, al menos, complementar las dos terapias para obtener un efecto positivo inmediato más potente y otro mantenido a largo plazo. La malnutrición, por defecto, por exceso o por desequilibrio, es la que más contribuye a la enfermedad, y con seguridad es la principal causa del cáncer, en comparación con el resto de los factores de riesgo. En esta afirmación, coinciden todos los organismos internacionales, y es que la alimentación es el acto más importante para la vida (la crea), incluyendo dentro de este acto, a la correcta respiración, aunque no se pueden olvidar otros componentes obligados cuando se habla de estilos de vida saludables, como lo son: actividad física adecuada, no hábitos tóxicos, saber alternar la pausa con la actividad, respeto de los horarios de sueño y de alimentación, vivir en armonía con la naturaleza, y una actitud mental positiva, entre otros. De acuerdo a la Macrobiótica, acidificación significa dilatación, inflamación, irritación, dolor, inestabilidad, irritabilidad, infecciones a repetición, hiperglicemia, obesidad, crecimiento rápido (cáncer), entre otras muchas atribuciones. Su relación con la dilatación se puede verificar en la molécula del agua; cuando aumenta la cantidad de cationes de hidrógeno, se puede ver al microscopio como la molécula de agua se dilata, y viceversa. Precisamente, en correspondencia con las diferentes interacciones iónicas que tienen lugar en la molécula del agua es que se propuso el concepto de pH. Entonces, las diferentes interacciones iónicas de los alimentos son las que más pueden influir en el mantenimiento de los valores normales del pH en sangre, ya que mediante la alimentación es que tenemos el mayor contacto con el medio exterior, pero como todo proceso biológico es multifactorial, existen muchas otras causas que pueden alterar este equilibrio y que tienen que ser atendidas de forma integral en el paciente con cáncer. A continuación se presentan algunos ejemplos: • Alimentación acidogénica, que deja muchos residuos metabólicos ácidos mediante un exceso de: proteínas, principalmente de origen animal, cargadas de amino ácidos azufrados (metionina y cistina) que dejan como residuo el anión sulfato, azúcares (ya sea sacarosa o fructosa por exceso de miel, jugos, refrescos, e incluso frutas), grasas, carbohidratos pulidos, papa y bebidas alcohólicas, entre otros. • Abuso en el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos en el proceso productivo, que dejan residuos órganos clorados y fosforados en los alimentos. • Abuso en el uso de aditivos químicos en los alimentos. Como en la alimentación moderna, más del 50% de los alimentos que se consumen están manipulados por la industria alimentaria, se calcula que al año se ingieren alrededor de 4kg de aditivos químicos. • Uso de aguas cloradas. Los veterinarios conocen bien el efecto del cloro en las aves, la cáscara del huevo queda porosa y desarrollan rápidamente osteoporosis. • Mala respiración. Cuando no se respira adecuadamente el CO2 se acumula en los pulmones y se revierte hacia la sangre como ácido carbónico, aumentando el nivel de acidificación, además las células no reciben la cantidad adecuada de O2 indispensable para el metabolismo aeróbico. • Estrés de la vida moderna, que conduce a una respiración superficial, aumento de las descargas de adrenalina y mayor acidificación. La máxima expresión del efecto del estrés se tiene en los pacientes politraumatizados que llegan a terapia intensiva en un estado agudo de acidosis metabólica. • Sedentarismo, el cual conduce a un pobre intercambio gaseoso, hipoventilación, hipoxia. • Presencia de hongos y bacterias en el cuerpo que dejan residuos ácidos (ácido láctico) como producto de su metabolismo. • Ambiente contaminado con mayores cantidades de CO2 y de metano. • Exposición a radiaciones, químicos, tóxicos ambientales. • Traumatismos mantenidos.

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