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lunes, 15 de septiembre de 2014

Un Alma en el Camino...por Gabriel López.

¿Cómo puede el hombre pretender, arrogantemente, comprenderlo todo cuando la intuición raras veces actúa y la mente pocas veces se haya iluminada? Antes debe dedicarse a desarrollar la intuición y lograr la iluminación. Dwjhal Khull, el Tibetano. Cuando un amigo me pidió hacer un compendio de artículos y documentos que ofreciera una visión más completa del futuro inmediato del mundo actual y del propio proceso de desarrollo humano me tomó por sorpresa, sin embargo de alguna manera sabía que este momento llegaría y les aseguro que no es para nada una tarea fácil, pues a cada ser humano la vida y sus experiencias lo conducen por caminos diferentes aunque, a la larga llegaremos tarde o temprano al mismo lugar. Entonces decidí explicar en este mensaje como ocurrió ese proceso de despertar e iluminación en mí a partir de mis propias experiencias de vida, además de cómo llegué a un entendimiento mejor y más profundo del mundo que nos rodea y de la existencia humana. El Buscador.
En mi niñez crecí en una familia de religiosos y por supuesto desde muy temprana edad me incorporé al estudio y comprensión de los textos bíblicos, pedí adentrarme en esas fascinantes historias de Moisés cuando lo echaron al foso de los leones para que fuera devorado, la esclavitud vivida por el pueblo de Israel en Egipto, la huida de los israelitas por el Mar Rojo y los 40 años que vagaron por el desierto dando vueltas en círculos sin llegar a ningún lugar, recibiendo, no obstante el maná diario que venía de lo Alto. O la lectura y estudio de los evangelios, los milagros hechos por el Maestro Jesús y la promesa de su regreso para liberar a sus hermanos de la opresión y la maldad. No obstante el énfasis y la dedicación que ponía para entender las sagradas escrituras y sus enseñanzas aparecían lagunas y contradicciones que nadie podía explicarme, al menos satisfactoriamente como yo deseaba. Pongamos algunos ejemplos: 1. Por qué decían que Eva fue hecha de la costilla de Adam si mis amiguitas de la escuela y yo teníamos la misma cantidad de costillas y la profesora de biología nos mostró un libro que así lo aseguraba. 2. Por qué tenía que temer a Dios, si ÉL es un padre amoroso… y yo no le temía a mi padre biológico. 3. Por qué ese Padre Divino me juzgaba y castigaba si hacía algo malo, si un padre amoroso siempre aconseja y perdona a su hijo cuando este comete un error. 4. Por qué tenía que cargar la culpa del pecado original de Adam y Eva, si yo no estaba allí ese día. 5. Por qué había que agradecer tanto el hecho de que Jesús dió la vida por nosotros si eso lo han hecho millones de hombres más en todos lados en todas las épocas. 6. Por qué no me podía reír, hacer chistes, no podía ir a fiestas y disfrutar de la vida…por qué el pecado. 7. Por qué, porque SÍ… Estas contradicciones y otras más hicieron que comenzara a buscar información que resonara con mi corazón y me mostrara una relación completamente nueva y más natural con eso que llaman lo Divino o Dios. Como el Universo te sirve aquello que más deseas y buscas en tu corazón, la información y las personas relacionadas con ella comenzaron a aparecer, aunque vale decir que pase largos años en de búsqueda. Hoy estoy convencido que todo ser humano tarde o temprano pasará por un proceso parecido a este donde busque más allá de lo obvio o lo ya establecido como verdad absoluta porque su corazón ya no se conforma en vivir a partir de conceptos y criterios ajenos, entonces sale a buscar lo que resuena en su interior. No podemos seguir funcionando como máquinas que aceptan la información que se ha aprendido sin tener en cuenta la más poderosa de las herramientas que traemos impresa en nuestro ADN: el discernimiento, la intuición. (Recomiendo el filme del famoso psicólogo norteamericano Wayne Dyer: El cambio). Esta es una energía que vive en el corazón de cada uno de nosotros y comienza a actuar cuando aquietamos la mente y escuchamos la silente voz del alma. Esta energía nos permite caminar por un sendero recto, de autoconocimiento y realización personal que nos llevará de regreso al Ser, que es donde mora la paz, la sabiduría y la felicidad. Las creencias y las ¨verdades¨ no son auténticas o reales en absoluto por viejas que estas sean, muchas veces no tienen bases científicas o fueron creadas cuando la ciencia aún estaba en un nivel muy elemental que impedía explicarlas de manera efectiva. Me causa asombro ver hombres y mujeres inteligentes, muy preparados y capacitados en sus campos asumir estos criterios de forma tan seria, sin cuestionamientos, sin el más mínimo análisis cuando las historias bíblicas (muchas de ellas) hoy en día, a la luz de los descubrimientos científicos, parecen cuentos para niños. Siempre habrá cosas que no podamos explicar porque tanto el conocimiento como la creación son infinitos pero podemos sentir si lo que vemos, escuchamos o aprendemos es verdad para nosotros o no…tenemos que empezar a sentir en vez de pensar. Nuestro cuerpo tiene inteligencia, cada célula nuestra hace millones de cosas por segundo y todo de forma autónoma…la verdadera inteligencia no está en el cerebro: está en la célula, en el ADN. Lo que nos guía son nuestros sentimientos, nuestras emociones. Posteriormente estudiaba medicina en la Universidad de la Habana allá por los años 1984 al 1990 y viví experiencias de casos que se curaban de manera espontánea o la ciencia médica no lograba hacer el diagnóstico correcto y aplicar un tratamiento eficaz, sin embargo lograban sanar con algunos brebajes de yerbas, baños con plantas, algunas sales y cosas así aplicadas por médicos tradicionales o curanderos. También en esa época pude comprobar el poder de la mente humana al ver soldados que regresaban de los campos de batalla en África perder todos los pelos del cuerpo o que se les aflojaban todos los dientes de la boca al recibir un shock emocional…entonces comencé a preguntarme: si la mente puede hacer esto, ¿qué no puede hacer? Pero no fue hasta el año 2001 que apareció una rara (para mí en ese momento) facultad en mis manos: de tocar a mis pacientes para examinarlos estos se aliviaban o se curaban. Ya había hecho un postgrado de Medicina Natural China con profesores vietnamitas y conocía algo de acupuntura, digitopuntura, moxibustion y farmacología natural pero ellos nunca me hablaron de sanación con las manos, eso para mí era totalmente nuevo e inquietante. Sabía que Jesús y otros maestros a lo largo de la historia humana habían usado las manos para sanar enfermos pero nunca pude imaginar que algo parecido pudiera sucederme a mí, ese fue el momento clave donde, mí ya tambaleante sistema de creencias se vino abajo: al poder curar y mejorar pacientes que portaban ¨enfermedades incurables¨ (según la medicina alopática occidental) sólo con ponerles las manos encima. Esa ¨verdad¨ (enfermedades incurables) que estaba codificada en mi mente por largos años de estudio fue destrozada en instantes, así pues tuve que formatear mi mente y reprogramarla al comenzar una nueva carrera de medicina (autodidacta, por supuesto): la medicina de la Nueva Era. Hoy sé que todas las enfermedades se curan, no así todos los pacientes…Hipócrates dijo: ¨hay pacientes, no enfermedades¨ y también dijo…¨mente sana, cuerpo sano¨. La Transformación. Comenzó el arduo proceso de transformación interior, todo lo viejo tenía que ser liberado y sustituido por nueva información, por nuevos conceptos que me dieran un entendimiento aceptable (a mi juicio interior) del mundo, de la vida y de la existencia humana. Acudí a los nuevos conocimientos de la física quántica y la medicina esotérica, la astrología y la psicología moderna, la biotecnología, la genética, la metafísica clásica y actual, y toda aquella información que resonara en mi interior como una verdad. Después de diez años de estudio y transformación puedo decir que no podemos experimentar un verdadero cambio de conciencia, una verdadera transformación interior sin información. A veces escucho a muchos hablar del cambio de mentalidad o cambio de conciencia y veo que se mantienen manejando la misma información y haciendo las mismas cosas que acostumbraban a hacer, entonces ese cacareado cambio queda en la dimensión mental, en el deseo o la intención de cambiar, nada más. Creo que la transformación verdadera no va a ocurrir si el involucrado no se compromete a un cambio real y profundo de sí mismo primero y de su entorno después, ese compromiso es consigo mismo de manera honesta y clara. Se trata de vivir y experimentar la transformación, no de divulgarla o entenderla intelectualmente: sólo vivirla. Los que hemos trabajado por alcanzar altos niveles de satisfacción, paz interior y felicidad que de alguna manera estamos apostando por construir una mejor y más feliz humanidad, una humanidad libre del odio, el egoísmo y el miedo… nos toca el arduo trabajo de llevar esta información y sabiduría a quienes sienten que les llegó la hora de su transformación, debemos crear los espacios adecuados para todos aquellos que deseen hacer el cambio real y profundo, ofreciéndoles las herramientas adecuadas que un día nosotros mismos usamos y que ya han sido probadas en la dura lucha contra el ego humano, unas han sido ofrecidas por maestros que han caminado junto a nosotros sobre este planeta y otras vienen de otros niveles o dimensiones de existencia. Nosotros, ustedes (quienes leen este tipo de información) somos los mostradores del camino, somos los mensajeros, los sanadores de la humanidad, los pioneros, los despertadores de la Tierra (los pachácutec, según los Incas o los Hijos del Sol, según los Mayas o los escogidos o ungidos según los Cristianos) que vamos abriendo una nueva senda para la humanidad, de nosotros depende apoyarnos, ayudarnos y cooperar entre sí para llevar este navío de luz a puerto seguro para que los hermanos que luchan por salir de la noche oscura del alma encuentren paz, amor y sanación en nuestro regazo…para eso estamos aquí, ese es el propósito de nuestra existencia, eso es lo que sabíamos que veníamos a hacer pero que aún no teníamos la claridad o la certeza de qué cosa era…y la buena noticia es que el planeta y el universo nos apoyan en este monumental empeño. Esta información que ofrecemos hoy quizás le sirva, si no es así no se preocupe que ese día llegará. A veces es muy difícil hablar por uno mismo o tratar de saber lo que necesita o quiere otra persona, sólo le damos un camino, una forma nueva y diferente de hacer las cosas porque la vieja manera a la que estábamos acostumbrados ha fracasado: entonces ¿por qué no probar? Sientan la voz de su corazón que es el lenguaje de su alma, esta los llevará por camino seguro, sin tropiezos y en línea recta…tomen de este material lo que resuene en su corazón, lo demás deséchenlo pues cada uno de nosotros tiene caminos diferentes y vive experiencias diferentes. Así que no se juzguen a sí mismos ni juzguen a los demás y avancen en paz con amor y alegría. Con amor y regocijo… Yo Soy Gabriel Que la luz nos guie.

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