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martes, 16 de septiembre de 2014

LAS NUEVE BIENAVENTURANZAS DEL MAESTRO JESÚS PARA LA NUEVA ERA.

Las nueve Declaraciones de Honor y Bienaventuranza. Reinterpretaciones para la Nueva Era. Libro III de Kryon. He aquí la primera declaración de bienaventuranza. 1. Bienaventurados los pobres de Espíritu, pues ellos son familia. Ahora quizá se pregunten: «¿Quiénes son los pobres de Espíritu?». Esta frase ha sido malinterpretada y se ha creído que se refiere a los humildes. Queridos míos, en esta asamblea, esta misma noche, son muchos de ustedes los que han tenido vidas espirituales pasadas y encarnaciones. Observamos con gran humor cósmico cuántos de los que están aquí ahora llevaron sandalias en vidas pasadas. Y los vestidos de arpillera, y todas las encarnaciones que se pasaron hincados de rodillas, con las espaldas inclinadas sobre sus narices ante el Espíritu. No podrían haber acudido a un lugar de iluminación en este tiempo de la historia de su planeta sin haber pasado antes por esos otros tiempos. Muchos de ustedes están familiarizados con esto, y han analizado esas vidas pasadas y saben de qué estoy hablando.
Pero, queridos míos, estoy aquí para decir que aquel que es humilde no es aquel del que estamos hablando. Este humilde no es el pobre de Espíritu. Pues, a través de los eones y de sus propias vidas pasadas, la humildad no ha producido más que dolores de espalda, rodillas y narices inflamadas. No. Hablamos ahora de aquel que fue ejemplificado en la parábola ofrecida sobre el hijo pródigo. Brevemente, esa parábola trata de una familia que tenía dos hijos. Un hijo se quedó en el hogar y honró a su familia y a su padre. Este hijo asumió la responsabilidad por las cosas que sabía que tenía que hacer, y las hizo bien. El otro hijo no lo hizo así. No vio su responsabilidad dentro de la familia, así que tomó su herencia y se marchó. La gastó estúpidamente, e hizo lo que le vino en gana. Hizo todas aquellas cosas que deseaba hacer. Y, según cuenta la historia, y como ustedes saben muy bien, llegó el momento en que el hijo que se había marchado reconoció su responsabilidad y regresó a la familia. Ahora bien, esta parábola (quizá piensen ustedes) se centra en el hijo que regresó. Pero de hecho no es así. Se centra en realidad en el hijo que se quedó. Pues ese era el hijo que hacía el trabajo y asumió la responsabilidad. Ese fue el hijo que se sintió mortificado por la celebración que se hizo por el hijo que regresó. Pues él no comprendía la lógica según la cual y a pesar de haberse quedado para realizar el trabajo, sólo se celebraba a aquel que no lo había hecho. Queridos míos, esto ejemplifica una situación en la que el hijo que regresa es precisamente aquel que no era iluminado y que ahora es iluminado. Y demuestra cómo tienen que ver a aquellos que no son iluminados y que ahora caminan entre ustedes. Pues ellos son en realidad los pobres de espíritu. Todos y cada uno de ellos son los que tienen el potencial para ser maravillosos Espíritus de iluminación. Sin embargo, el momento no es, simplemente, el adecuado. De modo que se sientan y mientras los observan, vean a cada uno de ellos como un hijo pródigo, como alguien que es pobre de Espíritu. La Jerarquía de importancia hace que éste sea el primer ejemplo, y ustedes pueden preguntar: « ¿Por qué es así?». Es así porque el Espíritu ama a los no iluminados tanto como ama a los iluminados. Ellos, simplemente, no están todavía en la familia, pero lo estarán. Y así, la declaración de la bienaventuranza, y la advertencia que conlleva es que, cuando se produzca la celebración y esos no iluminados regresen a la familia, ¡deben alegrarse por ello! No vean esta situación como algo que tiene poca importancia. ¡Bienaventurados sean los pobres de Espíritu! En consecuencia, los pobres de Espíritu representan a todos aquellos que les rodean que no se ven a sí mismos en su Nueva Era y, sin embargo, la compasión del Espíritu se dirige primero hacia ellos. Comprendan la sabiduría que esto encierra, y habrán comprendido a Dios. 2) La siguiente bienaventuranza es muy importante. Bienaventurados los afligidos, pues ellos recibirán paz. Queridos míos, nada afecta más al alma del ser humano que la aflicción por el fallecimiento de un ser humano. Y el Espíritu es muy consciente de ello, pues el Espíritu comprende que se trata de algo singular para ustedes, como humanos. El Espíritu no se aflige como se afligen ustedes, pero comprende que no existe mayor dolor que el del corazón. Entre los que se encuentran aquí esta noche hay quienes se han sentido afligidos por la reciente pérdida de un ser querido. Entre ellos, todavía hay quienes sienten encogido el corazón por los humanos que han fallecido, y a los que han llamado familia. Queridos míos, esta noche deseo que algunos de ellos llenen las alas de esta estancia, y deseo hacerles saber que aunque se afligen por la humanidad que ha fallecido, están todavía aquí, para gritarles esta noche: « ¡Somos eternos! Seguimos y seguimos y seguimos, y también ustedes seguirán..., y les amamos muy tiernamente. Vemos su aflicción y deseamos que tengan paz con lo que ha tenido lugar. Les honramos, como les honra el Espíritu, por estar aquí, y también deseamos que sepan su propia eternidad. Pues la muerte no existe. Celebren la vida que es suya a través del Espíritu, y sepan que seguimos aquí.» Quienes se encuentran en las alas de este lugar son aquellos que han fallecido recientemente y que ahora vuelven a estar aquí, de visita. Ah, algunos de ustedes no lo creen así, pero también hay entre ustedes algunos que saben que eso es cierto. Están aquí y mi socio, lleno de emoción por lo que está teniendo lugar, dice: «Bienaventurados los afligidos, pero deben darse cuenta de que se afligen por alguien que está vivo y que se encuentra aquí esta noche, en las alas de esta estancia». Esta declaración de bienaventuranza se encuentra entre las primeras, pues implica lo mucho que el Espíritu les ama por lo que han tenido que pasar como seres humanos. Pues son ustedes realmente honrados por llevar este manto, por haber acudido a un planeta en el que ni siquiera pueden ver quiénes son, y por afligirse por aquellos que han fallecido. Son ustedes eternos, eternos. 3) Bienaventurados sean los mansos, pues ellos heredarán el planeta. « ¿Quiénes son esos mansos?», podrían preguntarse. No son los débiles, como algunos les han dicho. Estos mansos son los guerreros de la luz. Los mansos son aquellos que se muestran lentos antes de encolerizarse a la vista de situaciones que podrían crear cólera. Estos mansos son aquellos que son lentos a la hora de defenderse a sí mismos, al encontrarse en una posición en la que parecería que se exige la defensa. Estos mansos son aquellos que toleran lo intolerable. Estos mansos son aquellos que se sientan esta noche ante el Espíritu. Los guerreros de la luz. Esa persona mansa es usted mismo. Pues ustedes son los que han visto el amor y la paz de la iluminación. En cuanto a lo de heredar el planeta, deben saber que son ustedes aquellos a los que hay que mirar. Son aquellos que van a dirigir a los demás a través de esta Nueva Era. Pues ustedes saben lo que está sucediendo, y ellos no lo saben. USTEDES SON LOS NUEVOS LÍDERES. Bienaventurados sean ustedes, los mansos. 4) Bienaventurados sean aquellos que buscan la verdad, pues la encontrarán. Queridos míos, hemos hablado una y otra vez de intencionalidad. Aquellos de ustedes que buscan la verdad están aquí esta noche, pues tienen intencionalidad para aprender sobre el Espíritu, y para aprender sobre sí mismos. Este fragmento de Dios que cada uno de ustedes lleva consigo vaya donde vaya, está preparado para quedar expuesto ante ustedes mismos, individualmente. Son honrados por su búsqueda, incluso mientras están aquí, sentados esta noche ante el Espíritu. Pues la intencionalidad lo es todo. No la ofrezcan a menos que tengan verdadera intención de ofrecerla. Y cuando la ofrezcan, díganlo en voz bien alta, de modo que su humanidad pueda regocijarse de la proclamación. Bienaventurados sean aquellos que buscan la verdad. 5) Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. Estos misericordiosos son aquellos que son amables y tienen empatía, y representan al grupo de ustedes que se han desprendido de su karma. Pues, como pueden ver, alguien que es amable y que tiene empatía, no puede ser alguien que tenga un Espíritu crítico o una naturaleza crítica. Pues una naturaleza crítica en un humano es un despliegue de karma que no ha sido resuelto, y el karma no resuelto crea cólera y rabia. Alguien que lleva consigo cólera y rabia no puede ser una persona misericordiosa, de modo que el Espíritu honra al misericordioso y, por lo tanto, honra a aquellos que han pasado a través de sus lecciones kármicas y han hecho estallar las burbujas personales del temor. Pues esas burbujas aparecen ominosas ante ustedes, y generan temor en ustedes, pero estallan con facilidad y desaparecen con rapidez, pues en realidad no son más que fantasmas. Una vez eliminados, la persona misericordiosa queda al descubierto, y es aquella persona genuinamente empática y genuinamente amable. 6) Bienaventurados sean los puros de corazón. Oh, queridos míos, esto ha sido tan mal interpretado. ¿Quién es puro de corazón? Quisiera dirigirme a las madres que hay entre ustedes, y que generalmente serán las mujeres (risas)..., eso es humor cósmico de Kryon. ¿Recuerdan la primera vez que tuvieron un hijo? Cuando llevaban esa preciosa vida en su seno, miraban a los otros niños que encontraban a su alrededor y decían a menudo: «El mío no será así, pues yo le voy a enseñar mejor a mi hijo. Sólo voy a exponer al mío a las verdades más exquisitas y sólo al amor del hogar. Voy a protegerlo y a enseñarle bien. Y va a ser un niño glorioso que me querrá mucho». Luego, y ante el horror de algunas de ustedes, el pequeño apareció dotado de una serie de atributos en los que ustedes casi no podían creer. Allí había cólera, temor, celos, egoísmo y, sí, incluso astucia. Eso no lo aprendieron de ustedes, ¿verdad? ¿No es eso la prueba de la impronta que llevan consigo todos los niños que nacen en este planeta y que portan los atributos del karma? Ninguna madre tuvo que transmitirles esas cosas. De hecho, sucede más bien lo contrario, pues aquellas madres que se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, comprendieron que su trabajo consistiría en ayudar a que se «desaprendieran» esas cosas. Sí, aquel que es puro de corazón es el que ha asumido la responsabilidad de su contrato, y que comprende que las víctimas no existen. Cada uno de ustedes tiene un conjunto de circunstancias en su vida, que ha planeado por sí mismo y por las que tiene que pasar. Y por muy extraño que le pueda parecer a usted, sea cual fuere la situación en la que se encuentre, resulta que la ha planificado usted mismo. Lo planificó con ayuda de los que le rodean, incluso con la de aquellos a los que dice no conocer. Pues son en realidad muy conocidos de usted. Se conocen los unos a los otros, y ni siquiera saben que es así. Tal es la fuerza de su dualidad. Ustedes la planificaron y son responsables por las situaciones en las que se encuentran ahora. Y cuando tengan pleno conocimiento de estos hechos, serán aquellos a los que el Espíritu llama puros de corazón. Pues su corazón comprende muy bien la planificación que intervino en la creación de las situaciones en las que se encuentran. Quizá puedan decir: « ¿Cómo puede ser esto, puesto que tantas de ellas son negativas?», a lo que el Espíritu les dice: «Han solicitado a propósito estas cosas para poder afrontarlas. De ese modo queda al descubierto el tigre y se puede cumplir el karma». Aquellos de ustedes que han optado por aceptar el don del implante neutral (Libro I), se convierten automáticamente en puros de corazón. Pues su nube de karma ha quedado eliminada, y la claridad ha quedado al descubierto. Bienaventurados sean los puros de corazón. 7) Bienaventurados sean los pacíficos, pues ellos tendrán paz. Queridos míos, aquí anida el enemigo de la consciencia humana. Pues sin la integración de una cierta parte de su cerebro con el conjunto del mismo, existe un enemigo dentro de sí mismos. Nos dirigimos ahora a su intelecto. Pues sin el matrimonio del intelecto con lo espiritual, tienen a un asesino que vive dentro de su cuerpo. Cuántos de ustedes conocen, como seres humanos, el sentimiento de despertarse a primeras horas de la mañana sólo para que su intelecto activo les diga: « ¿Qué es lo que debería preocuparnos ahora que nos mantiene despiertos? Veamos los condicionales. ¿Y si sucede? ¿Y si no sucede?». Es un rasgo típicamente humano que una parte de su cerebro participe de la dualidad que le conduciría a un viaje hacia la peor de las situaciones posibles, una y otra vez. Inmerso en esa actividad, se sienten desequilibrados y se ven afectados por la enfermedad física. Pues la preocupación creará el desequilibrio químico y, en consecuencia, su intelecto no le habrá hecho ningún bien. Deseamos que esta noche comprendan plenamente la mecánica de este atributo, pues ustedes son los pacificadores. No son necesariamente los que crearán equilibrio político entre las naciones, sino que hablamos ahora de paz interna. Hablamos de una paz en la que la paz no tiene razón de ser, de una paz que existe junto con problemas y situaciones que, normalmente, causarían desequilibrio y temor. En lugar de eso, aspiran a la paz y la consiguen. Eso es lo que hace el Pacificador. Ese es aquel que ha casado al intelecto con lo espiritual, pues como pueden ver, se trata de un poder catalítico. Ese logrado la alianza del intelecto se hace muy poderoso cuando se casa con lo espiritual. Pues de ello no sólo se va a derivar la más grande de sus ciencias sino también la paz más grande. Pues el intelecto le despertará a las tres de la madrugada y le dirá: « ¿Sabes cuánto eres amado? ¿Sabes quién eres? ¿Sabes que tus guías están ahora mismo contigo? ». Eso supone todo un cambio, ¿no les parece? Ese es el pacificador, y la honra que recibirá será grande. Oh, ¿no anhelan tener esto aquellos que no lo poseen aún? Puede ser de cada uno de ustedes, incluso mientras permanecen sentados esta noche en ese asiento, previamente acordado (o previamente acordado mientras leen estas palabras). Es el Espíritu el que les habla ahora, no un ser humano. Sabemos quién es usted, sabemos lo que lleva consigo. Sabemos cuánto es su deseo de paz, y le decimos: «Honramos eso y lo hemos puesto a su disposición». Puede tenerlo ahora mismo, y abandonar este lugar sintiéndose una persona diferente. 8) La octava y la novena bienaventuranzas sólo son similares en cuanto a la intensidad. Bienaventurados sean aquellos que caminan con la verdad entre aquellos que no lo hacen así. Pues el Espíritu comprende lo que supone estar entre aquellos que le miran y se ríen..., y que hacen rodar los ojos en sus órbitas y murmuran y no se dan cuenta de quién es usted, o que no creen en usted cuando habla de estas cosas que son como preciosas perlas de verdad en su sistema de creencias. Pues han absorbido verdaderamente cómo funcionan las cosas y, sin embargo, hay a su alrededor muchos que no reconocen esto para nada. Y, para algunos de ustedes, esos son la familia, mientras que para otros son conocidos o compañeros de trabajo. Una vez más les honramos por este viaje, y les animamos a ver a cada uno de ellos como al hijo pródigo, y a cada uno de ellos como a un gigante trabajador de la luz. Lo que sucede es que, simplemente, no lo saben todavía. Pues cada uno de ellos puede ser como se ha descrito previamente: puede estar lleno de misericordia, ser bienaventurado por sentirse afligido, ser puro de corazón. No les ha llegado todavía el momento de hacer honor a su contrato. Pero ustedes caminan entre ellos como una luz, y llegará el momento en que quizá le pregunten qué es esa luz suya. Prepárese para compartir lo que sabe con ellos, de una forma serena y con reverencia, como una verdad personal. El Espíritu le honra por lo que tiene que soportar y le pide que tenga paciencia. 9) La novena declaración de honor y bienaventuranza es para aquellos que se encuentran en esta habitación (o que están leyendo esto) que han alcanzado el estatus de graduados, que se están preparando para la ascensión y que viven ahora la verdad. El Espíritu les honra en el noveno lugar, y aunque es la última de las bienaventuranzas, es realmente importante. Bienaventurados sean aquellos que viven la verdad y caminan en la verdad, pues ellos cambiarán el planeta. Y no sólo eso, queridos míos, sino que aquellos de ustedes que saben quiénes se encuentran en esta condición, deben estar listos y preparados. Llegará un momento en que esos hijos pródigos aparecerán ante su puerta con una expresión de terror en sus ojos y con el temor en sus corazones, y le pedirán ayuda, precisamente aquellos mismos que le han ridiculizado. Pues cuando las cosas sean oscuras para ellos y los cambios les acucien, y sientan temor en sus corazones, se sentirán atónitos por el terror y no podrán manejarlo. No sabrán qué está ocurriendo y su biología les fallará. Sus cerebros se volverán como enloquecidos, y acudirán a ustedes y les pedirán que les den información. Para ellos, ustedes serán los chamanes; sí, los mansos que heredarán el planeta. Este es el mensaje de la Nueva Era. Estas son las nueve declaraciones de honor y bienaventuranza, tal como fueron ofrecidas aquel día, hace ya mucho tiempo, por el primer maestro del amor, el judío Jesús. Estas son las reinterpretaciones en esta Nueva Era, que pueden llevarse consigo esta noche, con la comprensión y el conocimiento de lo que significan para ustedes ahora, en la nueva energía. Dejen que su corazón les guíe hacia la verdad y hacia lo que resuena como verdad en su mente. KRYON

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